LOS TRES CANTARES DEL MIO CID
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PASAJES
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CANTAR PRIMERO: EL DESTIERRO
El Rey de
Castilla, Alfonso VI, envía al Cid a Andalucía a cobrar, los parias o tributos
de los reyes moros de Córdoba y Sevilla; sin embargo, algunos de sus enemigos
lo acusan de sus enemigos lo
acusan de apropiarse parte de los tributos, motivo por el cual, el Rey lo
destierra y le priva de sus heredades.
El Cid
seguido de su familia y de un puñado de fieles vasallos, parte hacia tierra
de moros. Después de
múltiples peripecias, logra resonantes victorias como aquella en la que
derrota al conde de Barcelona Ramón Berenguer ganado la famosa espada
de éste, llamada Colada. A resultas de sus triunfos, hace tributarios
a los musulmanes, y en señal de lealtad y fidelidad, envía parte del
botín a su señor, el Rey.
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·
EL CID CONVOCA A SUS
VASALLOS Y ESTOS SE DESTIERRAN CON ÉL. ADIÓS DEL CID A VIVAR.
A
los que conmigo vengan que Dios les dé muy buen pago;
también
a los que se quedan contentos quiero dejarlos.
Habló
entonces Álvar Fáñez, del Cid era primo hermano:
"Con
vos nos iremos, Cid, por yermos y por poblados;
no
os hemos de faltar mientras que salud tengamos,
y
gastaremos con vos nuestras mulas y caballos
y
todos nuestros dineros y los vestidos de paño,
siempre
querremos serviros como leales vasallos."
Aprobación
dieron todos a lo que ha dicho don Álvaro.
Mucho
que agradece el Cid aquello que ellos hablaron.
El
Cid sale de Vivar, a Burgos va encaminado,
allí
deja sus palacios yermos y desheredados.
Los
ojos de Mío Cid mucho llanto va llorando;
hacia
atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio
como estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías
quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin
halcones de cazar y sin azores mudados.
Y
habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado:
"¡Bendito
seas, Dios mío, ¡Padre que estás en lo alto!
Contra
mí tramaron esto mis enemigos malvados".
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AGÜEROS EN EL CAMINO
DE BURGOS
Ya
aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas.
Cuando
salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
pero
al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.
Movió
Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:
"¡Ánimo,
Álvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
pero
cargados de honra hemos de volver a ella! "
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EL CID ENTRA EN
BURGOS
Ya
por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta
pendones llevan detrás el Campeador.
Todos
salían a verle, niño, mujer y varón,
a
las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos
ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y
de los labios de todos sale la misma razón:
"¡Qué
buen vasallo sería si tuviese buen señor!"
·
NADIE HOSPEDA AL CID. SÓLO UNA NIÑA LE
DIRIGE LA PALABRA PARA MANDARLE ALEJARSE.
De
grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,
que
a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La
noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con
severas prevenciones y fuertemente sellada
mandando
que a Mío Cid nadie le diese posada,
que
si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus
haberes perderían, más los ojos de la cara,
y
además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran
dolor tiene en Burgos todas las gentes cristianas
de
Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Se
dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
cuando
a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.
Por
miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
que
como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
La
gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
los
de dentro no querían contestar una palabra.
Mío
Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba,
el
pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
pero
no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
La
niña de nueve años muy cerca del Cid se para:
"Campeador
que en bendita hora ceñiste la espada,
el
rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta,
con
severas prevenciones y fuertemente sellada.
No
nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada,
porque
si no perderíamos los haberes y las casas,
perderíamos
también los ojos de nuestras caras.
Cid,
en el mal de nosotros vos no vais ganando nada.
Seguid
y que os proteja Dios con sus virtudes santas."
Esto
le dijo la niña y se volvió hacia su casa.
Bien
claro ha visto Ruy Díaz que del rey no espere gracia.
De
allí se aparta, por Burgos a buen paso atravesaba,
a
Santa María llega, del caballo descabalga,
las
rodillas hincan en tierra y de corazón rogaba.
Cuando
acabó su oración el Cid otra vez cabalga,
de
las murallas salió, el río Arlanzón cruzaba.
Junto
a Burgos, esa villa, en el arenal posaba,
las
tiendas mandaron plantar y del caballo se baja.
Mío
Cid el de Vivar que en buena hora ciñó espada
en
un arenal posó, que nadie le abre su casa.
Pero
en torno suyo hay guerreros que le acompañan.
Así
acampó Mío Cid cual si anduviera en montaña.
Prohibido
tiene el rey que en Burgos le vendan nada
de
todas aquellas cosas que le sirvan de vianda.
No
se atreven a venderle ni la ración más menguada.
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CANTAR SEGUNDO: LAS BODAS DE LAS HIJAS
DEL CID
Nos cuenta que, tras la toma de la
ciudad de Barcelona, Alfonso VI, deslumbrado por los triunfos del Cid
u por los tesoros recibidos, decide borrar el pasado perdonando al campeador.
En efecto, para lograr la reconciliación, le solicita que sus hijas Doña
Elvira y Doña Sol, contraigan matrimonio con los infantes de Carrión
(a la sazón, parientas de sus enemigos y motivados antes, antes que,
por el amor, por la codicia y la envidia). Y las bodas se celebran con
gran pompa, durando las festividades alrededor de quince días. Para consolidar
tamaño acontecimiento, el Cid halaga con obsequios a sus convidados, y, sobre
todo, a sus fementidos yernos.
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·
EL CID SE DIRIGE
CONTRA TIERRAS DE VALENCIA
Aquí
se empieza el poema de Mío Cid el de Vivar.
Ya
ha poblado Mío Cid aquel puerto de Alucat,
se
aleja de Zaragoza y de las tierras de allá,
atrás
se ha dejado Huesca y el campo de Montalbán
de
cara a la mar salada ahora quiere guerrear:
por
Oriente sale el sol y él hacia esa parte irá.
A
Jérica gana el Cid, después Onda y Almenar,
y
las tierras de Burriana conquistadas quedan ya.
·
CONQUISTA DE TODA LA
REGIÓN DE VALENCIA
Por
esas tierras de moros, apresando y conquistando,
durante
el día durmiendo, por las noches a caballo,
en
ganar aquellas villas pasa Mío Cid tres años.
·
El Cid deja su barba
intensa. Riqueza de los del Cid
Mucha
alegría cundió entre todos los cristianos
que
en esa guerra acompaña a Mío Cid bienhadado.
Ya
le crecía la barba, mucho se le va alargando,
que
había dicho Rodrigo cuando salió desterrado:
"Por
amor del rey Alfonso, que de su tierra me ha echado,
no
entre en mi barba tijera, ni un pelo sea cortado
y
que hablen de esta promesa todos, moros y cristianos".
El
Campeador está en Valencia descansando,
con
él Minaya, que no se separa de su lado.
Sus
vasallos más antiguos de riqueza están cargados.
A
todos los que al salir del reino le acompañaron
el
Cid casas y heredades en Valencia les ha dado.
La
bondad de Mío Cid ya la van ellos probando.
Y
los que después vinieron también reciben buen pago.
·
EL CID ANUNCIA A
JIMENA EL CASAMIENTO
Al
llegar la noche todos se marcharon a sus casas,
Mío
Cid Campeador en el alcázar entraba,
Doña
Jimena y sus hijas allí dentro le esperaban
"¿Sois
vos, Cid Campeador, ¿que en buena hora ciñó espada?
Por
muchos años os vean los ojos de nuestras caras".
"Gracias
a nuestro Señor aquí estoy, mujer honrada,
conmigo
traigo dos yernos que gran honra nos deparan:
agradecédmelo,
hijas, porque estáis muy bien casadas".
·
DOÑA JIMENA Y LAS
HIJAS SE MUESTRAN SATISFECHAS
Allí
le besan las manos su mujer y sus dos hijas
y
todas las otras damas de quien ellas se servían.
"Gracias
a Dios y a vos gracias, Cid, de la barba crecida,
cosas
que vos decidáis son cosas bien decididas.
Nada
les ha de faltar, mientras viváis, a mis hijas".
"Padre,
cuando nos caséis seremos las dos muy ricas".
· EL CID RECELA DEL
CASAMIENTO
"Mi
mujer, doña Jimena, sea lo que quiera Dios.
A
vos os digo, hijas mías, doña Elvira y doña Sol,
que
con este casamiento ganaremos en honor,
pero
sabed que estas bodas no las he arreglado yo:
os
ha pedido y rogado don Alfonso, mi señor.
Lo
hizo con tanta firmeza, tan de todo corazón,
que
a aquello que me pedía no supe decir que no.
Así
en sus manos os puse, hijas mías, a las dos.
Pero
de verdad os digo: él os casa, que no yo".
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CANTAR TERCERO: LA FRENTA DE CORPES
Después
de las bodas, los infantes de Carrión con sus respectivas esposas viven bajo
el amparo del
Campeador de Valencia, cerca de dos años, formando una sola familia bienvenida.
En tanto don Rodrigo Díaz de Vivar, prosigue con sus triunfos, acrecentando
aún más su fama y gloria como cuando en duelo individual vence al Rey Búcar
de Marruecos ganando otra famosa espada, la Tizón. Sin embargo,
y al paso del tiempo, los Infantes de Carrión en ocasiones varias dan
muestras de una acendrada cobardía. Motivo por el cual, son objeto de
burla por parte de los vasallos de del Campeador. Ofendidos por ello,
y ante la situación de inferioridad en la que se han puesto en la Corte del
Cid, deciden llevar a cabo una vergonzosa y ceñuda venganza. En efecto,
deciden partir con sus esposas a sus feudos de Carrión: y al llegar al
robledo de Corpes, atan a sus inocentes esposas a un árbol y las
azotan sin piedad.
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SUÉLTASE EL LEÓN DEL
CID. MIEDO DE LOS INFANTES DE CARRIÓN. EL CID AMANSA AL LEÓN. VERGÜENZA DE
LOS INFANTES
Estaba
el Cid con los suyos en Valencia la mayor
y
con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión.
Acostado
en un escaño dormía el Campeador,
ahora
veréis qué sorpresa mala les aconteció.
De
su jaula se ha escapado, y andaba suelto el león,
al
saberlo por la corte un gran espanto cundió.
Embrazan
sus mantos las gentes del Campeador
y
rodean el escaño protegiendo a su señor.
Pero
Fernando González, el infante de Carrión,
no
encuentra dónde meterse, todo cerrado lo halló,
metiese
bajo el escaño, tan grande era su terror.
El
otro, Diego González, por la puerta se escapó
gritando
con grandes: "No volveré a ver Carrión.
"Detrás
de una gruesa viga metiese con gran pavor
y,
de allí túnica y manto todos sucios los sacó.
Estando
en esto despierta el que en buena hora nació
y
ve cercado el escaño suyo por tanto varón.
"¿Qué
es esto, decid, mesnadas? ¿Qué hacéis aquí alrededor?"
"Un
gran susto nos ha dado, señor honrado, el león."
Se
incorpora Mío Cid y presto se levantó,
y
sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león:
la
fiera cuando le ve mucho se atemorizó,
baja
ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó.
El
Campeador entonces por el cuello le cogió,
como
quien lleva un caballo en la jaula lo metió.
Maravillárnosle
todos de aquel caso del león
y
el grupo de caballeros a la corte se volvió.
Mío
Cid por sus yernos pregunta y no los halló,
aunque
los está llamando no responde ni una voz.
Cuando
al fin los encontraron, el rostro trae sin color
tanta
broma y tanta risa nunca en la corte se vio,
tuvo
que imponer silencio Mío Cid Campeador.
Avergonzados
estaban los infantes de Carrión,
gran
pesadumbre tenía de aquello que les pasó.
·
(FRAGMENTO)DUERMEN EN
EL ROBLEDO DE CORPES
(A
la mañana quedándose solos los infantes con sus mujeres y se preparan a maltratarlas.
Ruegos inútiles de doña Sol. Crueldad de los infantes)
"Escuchadnos
bien, esposas, doña Elvira y doña Sol:
vais
a ser escarnecidas en estos montes las dos,
nos
marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no
tendréis
parte en nuestras tierras del condado de Carrión.
Luego
con estas noticias irán al Campeador
y
quedaremos vengados por aquello del león."
Allí
los mantos y pieles les quitaron a las dos,
sólo
camisa y brial sobre el cuerpo les quedó.
Espuelas
llevan calzadas los traidores de Carrión,
cogen
en las manos cinchas que fuertes y duras son.
/.../
Las
damas mucho rogaron, más de nada les sirvió;
empezaron
a azotarlas los infantes de Carrión,
con
las cinchas corredizas les pegan sin compasión,
hiérrenlas
con las espuelas donde sientan más dolor,
y
les rasgan las camisas y las carnes a las dos,
sobre
las telas de seda limpia la sangre asomó.
Las
hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón.
¡Oh,
qué ventura tan grande si quisiera el Creador
que
asomase por allí Mío Cid Campeador!
Desfallecidas
se quedan, tan fuertes los golpes son,
los
briales y camisas mucha sangre los cubrió.
Bien
se hartaron de pegar los infantes de Carrión,
esforzándose
por ver quién les pegaba mejor.
Ya
no podían hablar doña Elvira y doña Sol.
· LOS INFANTES
ABANDONAN A SUS MUJERES
Llevárnosle
los infantes los mantos y pieles finas
y
desmayadas las dejan, en briales y camisas,
entre
las aves del monte y tantas fieras malignas.
Por
muertas se las dejaron, por muertas, que no por vivas.
¡Qué
suerte si ahora asomase el Campeador Ruy Díaz!
·
(FRAGMENTO) ALEGRÍA
DEL CID. SEGUNDOS MATRIMONIOS DE SUS HIJA. EL JUGLAR ACABA SU POEMA
Hablemos
ahora de este que en tan buena hora nació.
¡Qué
grandes eran los gozos en Valencia la mayor,
por
honrados que quedaron los tres del Campeador!
La
barba se acariciaba don Rodrigo, su señor:
"Gracias
al rey de los cielos mis hijas vengadas son,
ya
están limpias de la afrenta esas tierras de Carrión.
Casaré,
pese a quien pese, ya sin vergüenza a las dos".
Ya
comenzaron los tratos con Navarra y Aragón,
y
todos tuvieron junta con Alfonso, el de León.
Sus
casamientos hicieron doña Elvira y doña Sol,
los
primeros fueron grandes, pero éstos son aún mejor,
y
a mayor honra se casan que con esos de Carrión.
Ved
cómo crece en honores el que en buena hora nació,
que
son sus hijas señoras de Navarra y Aragón.
Esos
dos reyes de España ya parientes suyos son,
y
a todos les toca honra por el Cid Campeador.
Pasó
de este mundo el Cid, el que a Valencia ganó:
en
días de Pascua ha muerto, Cristo le dé su perdón.
También
perdone a nosotros, al justo y al pecador.
Éstas
fueron las hazañas de Mío Cid Campeador:
en
llegando a este lugar se ha acabado esta canción. (FIN)
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INTEGRANTES:
#44 SORIANO PINEDA ANA
LUSMER
#48 VELAZQUEZ ROBLES
MONTSERRAT
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